En un mundo saturado de mensajes publicitarios y marcas compitiendo por la atención del consumidor, el punto de venta (PDV) se ha convertido en el escenario decisivo donde se gana —o se pierde— la batalla por la preferencia del shopper. Hoy, más que nunca, la ejecución perfecta en el punto de venta no es solo una táctica, es una estrategia en sí misma.
Mientras muchas marcas invierten millones en awareness y medios digitales, los líderes de mercado entienden que el último metro —ese momento de verdad frente al anaquel— define el retorno de toda su inversión anterior. Y los datos lo confirman.
Cuando la ejecución en el punto de venta se optimiza, los resultados financieros son contundentes. Estudios recientes demuestran que las campañas con ejecución POP bien implementada generan un ROI promedio de 3:1, es decir, por cada peso invertido, retornan tres (Nielsen, 2023).
Pero eso no es todo: cuando se combinan estrategias de ubicación estratégica con materiales POP de alta calidad, los retornos pueden alcanzar hasta 6.8:1 (Kantar, 2022). ¿Qué significa esto? Que la ejecución no solo impulsa ventas, sino que maximiza la rentabilidad del esfuerzo comercial.
Además, el 73% de los shoppers responde positivamente a displays innovadores y bien ejecutados, lo que convierte a la creatividad y la precisión operativa en herramientas poderosísimas de influencia (Shopper Insights Report, 2023). Y si a eso sumamos que los displays interactivos incrementan el engagement en un 250% respecto a las exhibiciones estáticas (POPAI, 2023), entendemos que la experiencia en el PDV es el nuevo diferencial competitivo.
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Durante años, muchas compañías consideraron la ejecución en tienda como un tema operativo: colocar material, verificar stock y cumplir planogramas. Sin embargo, las marcas que lideran hoy el retail han cambiado la narrativa.
La ejecución es la estrategia visible. Es la expresión tangible de la marca frente al consumidor.
Una ejecución impecable comunica consistencia, calidad y propósito. Un display mal montado o una activación improvisada, en cambio, comunica desinterés. Cada elemento, desde la iluminación hasta la disposición del producto, habla del ADN de la marca.
En este sentido, la ejecución perfecta no es un gasto logístico, sino una inversión en construcción de marca y conversión inmediata. Es la intersección entre marketing, trade y ventas donde las promesas se hacen realidad (Harvard Business Review, 2022).
El consumidor actual es más exigente, informado e impaciente. Busca experiencias, no solo productos. Por eso, las marcas que logran conectar con él en el punto de venta multiplican su impacto (Accenture, 2023).
Cuando el shopper se detiene, toca, interactúa y siente que la marca lo entiende, se crea un vínculo emocional. Ese vínculo, reforzado por una ejecución impecable, es lo que convierte una simple compra en una elección recurrente.
La ejecución perfecta transforma el PDV en un medio de comunicación tridimensional, donde cada detalle refuerza el mensaje y la propuesta de valor (Euromonitor, 2023).
El éxito de una estrategia de ejecución no se mide solo en estética, sino en resultados concretos:
Estos números no son coincidencia; son la consecuencia directa de entender que la ejecución perfecta no es la última etapa del plan: es el corazón del plan.
En la era del retail inteligente, las marcas que dominan la ejecución en punto de venta son las que ganan la lealtad del shopper y los mejores retornos.
La ejecución perfecta no es una tarea más en el checklist del trade marketing: es la diferencia entre ser vistos o ser recordados, entre vender una vez o construir una relación duradera.
Invertir en una ejecución POP impecable es invertir en rentabilidad, posicionamiento y relevancia. Porque, al final del día, la ejecución no sigue a la estrategia: la ejecución es la estrategia (Harvard Business Review, 2022).
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